Los primeros días tras el nacimiento de Mia fueron maravillosos, estaba sanísima, dormía placidamente y no lloraba nada.
Yo alimento a la peque exclusivamente con leche materna, y desde el primer día ha cogido el pecho de maravilla, cogiendo peso por momentos, pero a los poquitos días empezamos a notarla muy intranquila, pataleaba, lloraba y regurgitaba y vomitaba constantemente.
Todos los papás "medio-novatos" que nos rodean nos decían que tenían que ser cólicos, que presentaba todos los síntomas (he de decir que me alucina como ciertas mujeres que han sido mamás hace sólo 6 meses te dan, no consejos, sino lecciones como si fueran madres expertas... ).
Nos volvimos locos buscando en libros y en internet, (como buenos papis primerizos que somos) intentado encontrar cuales son los síntomas de los cólicos.
No nos cuadraba. No era eso lo que le ocurría.
Cuando un bebé sufre de cólicos, se supone, que sus llantos duran unas pocas horas pero la peque no dejaba de llorar durante todo el día y durante toda la noche, y lo mas sorprendente de todo es que no dormía prácticamente nada.
No había forma de calmarla, y peor que los llantos eran los movimientos que hacía, de brazos y piernas, retorciéndose de dolor.
Así que nos fuimos directos a Urgencias, y para nuestra sorpresa, el pediatra nos dice que lo que la niña tiene es intolerancia a la proteína de vaca.
Nos quedamos con cara, literalmente, de bobos. He de decir que yo no tomo leche, desde que era un bebé, únicamente tomo yogures alguna vez, queso, y algo de carne, tampoco demasiada. Así que la sorpresa para mi fue mayúscula, ya que me parecía increíble pasarle esa proteína a través de mi leche.
Le recetaron Ranitidina dos veces al día y a mi me prohibieron comer absolutamente todo lo que tuviese presente la dichosa proteína.
Menuda odisea comenzó a partir de entonces.
He tenido que eliminar de mi dieta absolutamente todo, porque muchos productos contienen la proteína dichosa, embutidos, panes, bollería, yogures, carne, salsas, quesos, pizzas, chocolates y hasta mi merienda favorita ; el paté.
Parece que la nena mejoró, sin embargo volvió a tener esos días horribles, algo mas esporádicos pero fastidiosos igualmente.
Los nervios ya se empezaban a apoderar de nosotros. Los pediatras no nos hacían demasiado caso porque la niña cogía mucho peso y no tenía una sintomatología grave. ( parece ser que hay que ir a los médicos casi moribundo para que te tomen en serio. )
Que si intolerancias, reflujos, y yo que sé qué mas historias....
La niña seguía mal, y la desesperación seguía en aumento. Y cada vez vomitaba mucho más. Comía y vomitaba, volvía a comer y volvía a vomitar. Prácticamente todo lo que comía lo vomitaba.
Pedimos cita con un médico digestivo infantil, y tras la primera visita, donde pasó un poco de nosotros, nos mandó una ecografía tenemos cita ni mas ni menos que para el 10 de enero.
Vale,
CALMA.
Tras nuestra frustración, enfado con el mundo, e impotencia, decidimos poner punto y final a este problema y comprobar por nuestra cuenta qué era realmente lo que le ocurría.
A todo esto, yo sigo sin tomar nada que tenga esa proteína, pero ella sigue vomitando.
Curiosamente un compañero de trabajo de mi marido le hizo la pregunta mágica ;
¿Habéis probado a darle la leche materna pero en biberón?
Mano de santo. La niña no vomita tomando el biberón. Nos quedamos alucinados. Parece ser que la niña toma mucho aire tomando el pecho, y al expulsarlo, el eructo viene acompañado de leche. Toma la leche que saco en un biberón y
los problemas han desaparecido totalmente.
Me da mucha pena reducirte las tomas de pecho pero no quiero ver vomitar a mi bebé, eso está claro. Así que ahora lo mezclamos todo ; lactancia materna, biberones de leche materna y biberones de fórmula.
Y la niña está estupenda !!!!!!
¿Y ahora que pasa con la intolerancia de esta proteína?
La nena va creciendo y pronto me tocará ir a trabajar, hemos probado a meterle su primer bibe con leche de fórmula con proteína de vaca y por ahora, tras dos días, no ha presentado ninguno de los síntomas que tenía antes.
Le daremos un par de días más para ver como reacciona pero por el momento de lo único que me acabo de dar cuenta es de una cosa :
QUE LOS MEJORES PEDIATRAS DE NUESTROS HIJOS, SOMOS NOSOTROS MISMOS.